
El movimiento respiratorio
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Los huesos del cráneo tienen que estar construidos para permitir el movimiento respiratorio. Con esta primera inspiración en el año 1901 el doctor W. Sutherland (1873-1954) comienza una vida de búsqueda e investigación desarrollando lo que hoy se llama la terapia craneosacral. No fue fácil su camino ya que como todo pionero, que aporta nuevas ideas, tuvo muchos problemas incluso dentro del campo de la osteopatía.
Dedicó más de 30 años a estudiar la anatomía del cráneo y experimentó de diferentes maneras, aplicando presión en huesos concretos del cráneo y viendo la relación que tenían con diferentes disfunciones y cambios emocionales. Desarrolló un sistema de examinación y tratamiento de los huesos del cráneo consiguiendo muy buenos resultados, basado en la idea de que los huesos no están soldados sólidamente sino que hay un micromovimiento o flexibilidad a través de las suturas en que se separan los huesos. En el año 1948, a la edad de 75 años, el doctor Sutherland hace un cambio de paradigma en el concepto craneal.
Aliento vital
Tiene una segunda inspiración y quizás la más importante. Observo un problema que se libero desde el interior del cliente, sin su fuerza o presión sino por el poder intrínseco de la persona. Hasta ahora estaba preparado para buscar el movimiento, el eje de rotación, la restricción y la descompensación en el movimiento y ayudarlo (al sistema) a moverse mejor. Ahora reconoció que el movimiento era justo el resultado de fuerzas más profundas en juego, y por debajo del movimiento existían estados de bienestar y calma más profundos.
La orientación de su trabajo cambia radicalmente: para de hacer los protocolos y test de movimiento de huesos y membranas y comienza a trabajar y a cooperar con la potencia del sistema como conductor de la inteligencia innata del cuerpo. Comenzó a llamar a las fuerzas con la que estaba en contacto «el Aliento vital», fuerza dinámica que crea constantemente al ser humano.
Posteriormente una línea importante de osteópatas salvaguardaron y desarrollaron estas ideas creando la Biodinámica Craneosacral. Destacaría a los doctores Rollin Becker y Jim Jealous, Franklyn Sills, la escuela alemana de Bhadrena C. Tschumi … y por supuesto a la genialidad del pionero W. Sutherland.
Del libro Introducción de la Terapia Craneosacral