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Craneosacral y biodinámica somato-emocional

Por Alberto Panizo el en Artículos

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Suave, delicado y profundo trabajo corporal

La terapia Craneosacral es un suave, delicado y profundo trabajo corporal que restablece el equilibrio psicosomático y potencia el poder de autocuración de nuestro cuerpo.

No es una técnica de masaje, sino un trabajo corporal y emocional que accede a través de las manos del terapeuta al sistema craneosacral, que está en intima relación con los sistemas nervioso, músculo-esquelético, vascular, endocrino y respiratorio. Este trabajo corporal supone una liberación de la fuerza sanadora que llevamos dentro y tiene efecto sobre la totalidad de nuestro ser: físicamente y psíquicamente.

Algunas patologías en que más comúnmente se aplica la terapia son dolores de cabeza de tipo migrañoso o tensional; dolores y problemas de espalda y de aparato locomotor; tensión muscular; alivio del dolor; problemas articulares; problemas de oído, vista o boca; problemas digestivos; sinusitis y neuralgias faciales; estrés, ansiedad, cansancio crónico; traumas infantiles, niños hiperactivos; secuelas de accidentes; problemas emocionales. Parte básica del trabajo son las técnicas de los “puntos de quietud” (stillpoint), manipulaciones revitalizantes del sistema craneal. Tienen un efecto meditativo, relajante y activador de las fuerzas de autocuración del organismo.

Un poco de historia

El primero en descubrir y estudiar directamente el ritmo craneosacral a finales del siglo pasado, fue el Dr. W. Sutherland, discípulo del padre de la osteopatía, el doctor Taylor Still (1828-1917).

El doctor Still fue uno de los pioneros de la medicina holística. Buscó durante toda su vida la rearmonización del hombre con la naturaleza.

Su forma de abordar la curación rechazaba la cirugía y las drogas, solamente utilizadas como última medida.

Principalmente se apoyaba en un sistema de manipulación del cuerpo, que denominó osteopatía; ejercicios físicos y consejos sobre el estilo de vida. Fundó en 1892 la primera escuela, la American School of Osteopathy, en Kirksville.

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El doctor Sutherland (1873-1954) descubrió, a principios de 1900, que los huesos de la cabeza tenían cierta movilidad,

basado en la idea de que los huesos del cráneo no están soldados sólidamente sino que hay un micromovimiento o flexibilidad a través de las suturas óseas en que se separan los huesos.

Durante los siguientes 50 años dedicó su vida y trabajo clínico a demostrar y encontrar las implicaciones que esta movilidad tenía para el cuerpo humano.

En los últimos años de su vida comenzó a exponer sus teorías más avanzadas. Presentó el concepto de “aliento vital” (“breath of life”) como la fuerza vital en el sistema humano que expresa un principio inherente de orden y curación.

Se puede percibir como una sutil movilidad o marea, en todo el cuerpo, formando lo que llamó el “mecanismo respiratorio primario”. Desarrolló un sistema de examinación y tratamiento consiguiendo muy buenos resultados.

Posteriormente ha habido un amplio desarrollo de esta técnica, siguiendo las primeras teorías de Sutherland, hasta el enfoque biodinámica posterior siguiendo el trabajo de investigadores de la talla de Dr. Rollin Becker, Dr. Jim Jealous y Dr. Robert Fullford, entre otros, en la que se trabaja todo el cuerpo y la mente. También a destacar el trabajo desarrollado por los terapeutas y osteópatas Dr. Harold Magoun, Dr. John Upledger, Hugh Milne, Viola Frymann, Bhadrena Tschumi, entre otros.

¿En qué consiste el sistema Craneosacral?

Todos estamos familiarizados con el ritmo respiratorio y cardíaco, pero no con el ritmo craneal. Posando las manos en diferentes partes del cuerpo, el terapeuta Craneosacral ha aprendido a sentir e interpretar este ritmo, que es más sutil y está en la esencia del cuerpo. Este ritmo, también llamado mecanismo respiratorio primario (MRP), consiste en unas pulsaciones por ondas (de 6 a 12 ondas por minuto) causadas por la rítmica producción y reabsorción del liquido cefalorraquídeo (fluido cerebroespinal). Este líquido, claro e incoloro, es producido en los ventrículos del cerebro por filtraciones y secreciones de las redes capilares (llamadas plexos coroideos) y circula por la membrana dural, que rodea interiormente los huesos de la cabeza, bajando por el interior de la médula espinal hasta el sacro y volviendo de nuevo por la médula espinal hasta el cerebro, siendo gradualmente reabsorbido por el sistema venoso.

Es la razón por la que los huesos de la cabeza y el sacro tienen un pequeño movimiento y adquieren cierta flexibilidad permitiendo un ritmo de expansión-contracción que afecta a todos los órganos y tejidos corporales.

El terapeuta craneosacral ha aprendido a leer e interpretar el ritmo en diferentes partes del cuerpo, recibiendo información de los posibles desajustes y fulcros de inercia del sistema

Cuando ciertas regiones o partes del cuerpo no se mueven rítmicamente en respuesta al ritmo flexión-extensión del sistema (el movimiento es de extrema finura), podemos saber que estas zonas son áreas problemáticas del cuerpo. Ya que las posibles disfunciones afectan al ritmo, el cual está situado en el centro de nuestro organismo y tiene una influencia muy importante sobre diversas y variadas funciones corporales.

Papel importante juega la fascia, o tejido conectivo blando, que está pegada a los huesos que conforman el sistema Craneosacral y que se extiende por todo el cuerpo envolviendo y protegiendo cada estructura, desde la célula hasta el órgano. Cuando la fascia se distorsiona, afecta al sistema y, viceversa, la disfunción del sistema tiene una gran repercusión en la fascia. A veces no sabemos cual es el conflicto, pero sabemos dónde está localizado en el cuerpo y esto es un principio muy importante para solucionarlo.

Craneosacral: más allá del masaje

A medida que hemos localizado el problema y los tejidos del paciente se van liberando a nuestro tacto, podemos llegar al núcleo y, de una manera no agresiva, ir desbloqueando a partir de diferentes clases de manipulaciones. Éstas, realizadas al paciente en una camilla, van desde el trabajo en puntos fisiológicos y energéticos importantes del cuerpo (complejo sacro coccígeo, plexo-solar, cavidad torácica, cuello) hasta sutiles manipulaciones con los huesos de la cabeza que desbloquean y restablecen el movimiento.

También se usan estiramientos y presiones sostenidas, posicionamientos y técnicas de desenrosca-miento que ayudan al cuerpo a liberar y algunas técnicas directas de descompresión. En realidad, el terapeuta no impone nada sobre el cuerpo de la persona, sino ayuda al poder auto corrector del organismo.

Por eso en Estados Unidos el terapeuta craneosacral se llama facilitador. Y también es la causa de que esta terapia tan suave como efectiva, es segura y conveniente para personas de todas las edades. Desde adultos hasta niños y bebés, así como después de una operación o en condiciones de fragilidad, complementando el tratamiento médico o psicológico. Como terapia integral del organismo, el tratamiento puede ayudar en casi cualquier situación. Si no hay una patología concreta, la terapia nos ayuda a eliminar tensiones y bloqueos y a vivir la vida más plenamente, aumentando la vitalidad corporal.

Artículo publicado por Alberto Panizo en la revista CuerpoMente

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